martes, 18 de marzo de 2008

Soledad y vacío


En la cornisa del silencio,
se mece mi angustia.
Me siento a recordarte
en el parámetro del olvido.
Miro al cielo
y se desprende una estrella fugaz.
Le pido me conceda el milagro
de volverte a ver.
Quiero huir de la soledad,
que busca engullirme
en sus lóbregas fauces.
Me ahoga esta noche
de penumbra que no estas.
Si hasta se escucha
el grito salvaje

de mi atormentado corazón
que clama tu presencia
y sólo encuentra; soledad y vacío.
Yace sentada tu cenicienta
en este pedestal de ilusiones.
Donde fragua ideas
para no evocar reminiscencias pasadas.
Pero es en vano atar nudos
en la tempestad de la afonía.
Porque mi barca de ilusiones
navega a la deriva.
Sin el capitán al mando
de éste velero de ansias acopiadas.
Timoneo cual marinero a proa;
sin babor, ni estribor.
Sigo la recta imaginaria
que me lleva a tu valle Neptuno.
Naufrago al islote del desamparo.
Hoy arrojaré a este océano tempestuosos
de peces muertos, una botella
con un pedido de rescate dentro;
para vengas a salvarme de este monotonía
que lacera mi alma
y me sumerge en la soledad y el vacío.
Desolación sin tus versos tengo,
aridez sin tus prosas veo
y mi imperio ocioso, apocando auroras.
Hoy comprendo que para ser reina.
Debe existir un rey,
Sino; de nada sirve una corona.

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